Aumenta la temperatura
La temperatura donde vivimos puede cambiar abruptamente; a veces, en minutos. Por eso, mi esposo Dan tenía curiosidad por saber las diferencias de temperatura dentro y fuera de casa. Fanático de los dispositivos, desempacó su último «juguete»: un termómetro que detectaba la temperatura en cuatro «zonas» de nuestra casa. Burlándome de su dispositivo «tonto», me sorprendió ver que yo también verificaba las diferencias. ¡Era fascinante!
Siervos en la noche
Son las tres de la mañana en un hospital de cuidados intensivos. Un paciente presiona por cuarta vez en una hora el botón de llamada. La enfermera del turno noche responde sin quejarse. Poco después, otro paciente grita para que lo atiendan. Ella no se sorprende. Había pedido ese turno hacía cinco años para evitar el frenesí diurno del hospital. Luego, la realidad de la noche la golpeó: a menudo, implicaba tareas adicionales, como levantar o girar a pacientes ella sola, y monitorearlos en caso de urgencias.
Mantenerlo sencillo
El email era corto pero urgente: «Pedido de salvación. Me gustaría conocer a Jesús». ¡Qué asombroso! A diferencia de amigos y familiares reacios a Cristo, esta persona no necesitaba ser convencida de pecado. Mi tarea era compartirle verdades bíblicas y fuentes confiables que respondieran a su ruego. Después, por fe, Dios dirigiría su camino.
Administrar nuestros dones y talentos
En 2013, el actor británico David Suchet filmaba los últimos episodios de televisión y representaba en una obra teatral al amado detective belga de Agatha Christie, Hercule Poirot, cuando desempeñó «el mayor papel de [su] vida». Entre esos proyectos, grabó una versión en audio de toda la Biblia; más de 200 horas.
Su ayuda asombrosa
El comisario se maravilló por las oraciones, estimando que «cientos de miles o tal vez millones de plegarias fueron elevadas a Dios por ayuda durante el incendio en las montañas de Colorado en 2020, que arrasó más de 400 kilómetros cuadrados en doce horas, destruyendo bosques, quemando casas y amenazando ciudades enteras. Luego, llegó «el enviado de Dios», como lo llamó un meteorólogo. No fue lluvia, sino una oportuna nevada. Cayó en la zona del incendio, antes de temporada y alcanzando más de 30 centímetros de altura, reduciendo el fuego y, en algunos lugares, apagándolo.
Enfrenta tu tormenta
El 3 de abril de 1968, una feroz tormenta azotó Memphis, Tennessee. Agotado y sintiéndose enfermo, el reverendo Martin Luther King Jr. no había planeado dar su discurso en apoyo a los trabajadores de la salud en una iglesia, pero una sorpresiva llamada telefónica le informó que una gran multitud había enfrentado la tormenta para ir a escucharlo. Entonces fue y dio lo que algunos consideran su mejor discurso: «He estado en la cima de la montaña».
Nos oye desde el cielo
Con 18 meses de vida, Marcos nunca había oído la voz de su madre. Los médicos le colocaron su primer audífono, y su mamá le preguntó: «¿Puedes oírme?». El niño levantó los ojos. «¡Hola, bebé!», agregó ella. Un Marcos sonriente le respondió con suaves balbuceos. Entre lágrimas, Laura sabía que había presenciado un milagro, porque lo había dado a luz prematuramente después de que un ladrón le disparara tres veces al asaltar su casa. Con menos de medio kilo de peso al nacer, Marcos había pasado 158 días en terapia intensiva, sin esperanzas de que sobreviviera, y menos aún, de que oyera.
Mejor que el oro
Cuando el buscador de oro John Walker fue a California durante la Gran Fiebre del Oro en Estados Unidos, escribió a modo de advertencia: «Es la lotería más grande que alguien se pueda imaginar […]. No le recomiendo a nadie que venga».
Recordado en oración
En la gran iglesia africana, el pastor cayó de rodillas, orando a Dios. «¡Acuérdate de nosotros!». Mientras el pastor imploraba, la congregación respondía: «¡Acuérdate, Señor!». Al mirar este momento por YouTube, me sorprendió encontrarme derramando lágrimas también. Me recordó momentos de la infancia en los que oí a nuestro pastor hacer la misma súplica a Dios.
Nuestra verdadera identidad
En la pequeña tienda de su pueblo, el hombre escogió primero una caja de pesca, y luego la llenó de anzuelos, corchos, líneas y plomos. Por último, agregó carnada viva, una caña nueva y un carrete. «¿Ya pescó antes?», preguntó el dueño de la tienda. El hombre le dijo que no. «Mejor agregue esto», le advirtió el dueño. Un kit de primeros auxilios. El hombre aceptó y pagó, y partió hacia un día en que no pescó nada… excepto cortes en los dedos por los anzuelos.